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sábado, 29 de enero de 2011

Las acciones del 9 de febrero 1957 en Altos de Espinosa.

VILLACLARA
Las acciones del 9 de febrero 1957 en Altos de Espinosa.




Ante el fracaso del combate del 30 de enero en la loma de Caracas,a pesar de que el propio traidor había ubicado el campamento rebelde,pero la previsión de Fidel quien ordenó dejar sólo en ese lugar la cocina impidió el logro del objetivo propuesto, el jefe enemigo presionó a su agente para una nueva acción. Esta vez el lugar escogido fue las laderas de Altos de Espinosa; la fecha: el 9 de febrero; el plan: avanzar sobre la ladera con las fuerzas divididas en tres grupos, los cuales marcharían desde la base por ambos lados del cañón donde se encontraban los guerrilleros hasta totalizar el cerco, formando una trampa mortal.

Sin embargo, para Fidel, cuya suspicacia le había permitido valorar los últimos acontecimientos, no resultó una sorpresa el descubrir la traición de Eutimio, por lo que decidió recoger, salir del cañón y avanzar hacia la cima de la montaña. Además, impartió instrucciones para, en caso de dispersión, tomar como punto de reunión posterior El Lomón.

Cuando la guerrilla estaba ganando la cima, lo hacía también por el sureste una de las unidades del ejército enemigo, por lo que se produjo un combate de encuentro, en el que tuvieron que lamentar la pérdida de un combatiente: Julio Zenón Acosta. Aunque aparentemente la acción no fue una victoria para el bisoño ejército revolucionario, las acciones de ese día influyeron favorablemente en el cumplimiento de las misiones inmediatas del núcleo guerrillero y en su consolidación y desarrollo ulterior. En esta ocasión se descifró el enigma de la traición. El mando del ejército enemigo fracasó en su intento de aniquilar, mediante la infiltración, al Jefe de la Revolución y al núcleo inicial del Ejército Rebelde. La sagacidad de Fidel posibilitó la detección del culpable y la aplicación de un castigo ejemplar, teniendo en cuenta la gravedad de la falta cometida.

Como consecuencia de esta situación, los rebeldes vivieron momentos difíciles; primero, porque tuvieron que reagruparse nuevamente y reorganizarse y, en segundo lugar, se mantuvo durante algún tiempo una barrera de desconfianza entre los guerrilleros y sus principales aliados: los campesinos de la zona donde operaban. Los primeros, por su recelo natural de que cualquiera pudiera ser un potencial denunciante; los segundos, por temor a la represión desatada contra ellos. No obstante, la actitud de los guerrilleros fue perforando la frontera.

Mientras esto caracterizaba el escenario guerrillero, el movimiento clandestino no se cruzó de brazos. El 31 de enero, Frank País emitió la Circular Interna No. 2, en la que dio a conocer sobre los ataques a la Sierra con bombas incendiarias y de demolición, el asesinato de presuntos colaboradores de los rebeldes y la obligada emigración de familias enteras de estas áreas, donde se suponía que los revolucionarios pudieran abastecerse. Informaba, además, de la subida de unos 1 200 soldados a las lomas y del asesoramiento a las tropas del ejército, en lo que a guerra de guerrilla se refería, por un coronel norteamericano.

La prensa oficial informaba, una vez más, el exterminio del foco guerrillero de la Sierra Maestra y anunciaba la muerte de Fidel, luego de las acciones del 9 de febrero en Altos de Espinosa.

Ante los nuevos acontecimientos se hacía más necesaria y urgente la reunión con los principales jefes del MR-26-7, por lo que se aceleraron los preparativos para la misma.




GRUPO DE HISTORIA DE LA LUCHA REVOLUCIONARIA EN SANTA CLARA (ACRC)

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