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jueves, 29 de marzo de 2012

José Ramón Fuertes Cano

José Ramón Fuertes Cano
Sabanas Nuevas, Camajuaní, - Herido el 18 de abril en Girón falleció en el Hospital Finlay de la Habana, el 3 mayo 1961






"¡Qué hermosa flor la de mi sangre para la Patria iluminada!"

¡Mamá! ¿Pero, has venido, estás aquí? ¡No quería que me vieras así! —exclamó José Ramón al ver a Antonia Cano, junto a su lecho de enfermo en el Hospital Militar, donde se encontraba.

El joven soldado rebelde había sido herido en el combate de Playa Girón. —No quiero que te preocupes; yo no tengo nada —dijo— y luego viendo los ojos de su madre, llenos de lágrimas, expresó:
Mamá, aquí me quieren mucho y me cuidan; tú eres revolucionaria, yo se que amas la Revolución... Mamá, por la Revolución todo... todo, es poco cuanto hagamos...

Antonia Cano, refería al compañero Leyva lo sucedido en aquellos momento de dolor.

Mi hijo me hablaba con tal patriotismo, con tanta entereza revolucionaria, que me sentía con más valor para soportar el pesar que embargaba al verlo tan mal herido. Lo besé con todo mi amor y mi hijo se desmayó. Cuando se recuperó me dijo, sacando fuerzas para animarme: Mira, mi hermano.

Señalaba a un amigo que estaba en ia cama a su lado, Antonio J. González, también gravemente herido. Antonio, que escuchaba la conversación, intervino en su ayuda: Sí, señora, estamos muy mal heridos, pero nuestra moral sigue alta más alta,..

Las enfermeras se portan muy bien y nos cuidan con verdadero interés para que sanemos... Poco después —refirió—, aquel hermano de mi hijo, hermano de lucha, hermano en el patriotismo, moría... Fue una nueva herida que se abrió, esta vez en su alma, eh sus sentimientos fraternales, para el compañero querido. Sin embargo, mejoró un poco. Tan pronto se sintió animado, le dijo a mi otro hijo:
Mi hermano, vete a trabajar, yo me siento mejor y la Revolución necesita de todos.

Vete a ayudar, pronto me curaré. Mi hijo —prosiguió Antonia Cano con el rostro humedecido era un revolucionario cabal. Creía de verdad que iba a curarse y sólo ansiaba poder continuar en su puesto ayudando a la Revolución.

Recuerdo, que muchas veces me decía:
Mamá, te vas a sentir orgullosa de mí. A lo mejor un día puedo también llevar unos galones, ser oficial de mi querido Ejército Rebelde, y podrás decir entonces: mi hijo ha trabajado bien, es un patriota.

Al recordar las palabras de su hijo, por más que lo intentaba, Antonia no podía contener las lágrimas, pero continuó hablando.

Era un buen hijo, ¡cómo nos ayudaba! Cuando me veía hacer guardia en mi Comité, me decía orgulloso: —Mamá, tú si eres una revolucionaria, sólo te pido que no hagas estas guardias desarmada. Te voy a regalar un revólver.

En esta casa, todos estamos cumpliendo nuestro deber como él deseaba.

A mi esposo y a mis hijos que son milicianos, José Ramón les decía a menudo, cuando los veía uniformados: Tenemos siempre que honrar este uniforme que llevamos, jamás deberemos mancharlo como no sea con nuestra sangre, defendiendo la Patria... José Ramón Fuertes Cano nació en "Sabanas Nuevas", Camajuaní. Ayudaba a su familia en las labores del campo. Asistió a una escuela que hoy lleva su nombre. Le gustaba mucho jugar pelota: la zona deportiva de Aguada de Pasajeros también lleva el nombre del héroe. Con los tabaqueros de Cabaiguán inició sus actividades revolucionarias. La policía visitaba continuamente su hogar. Se alzó en la zona del Escambray, uniéndose luego al comandante Che Guevara al atacar éste el cuartel de Cabaiguán.

Pasó escuela de Reclutas en el Escambray y participó en la acción de la toma de Santa Clara. Después del triunfo de la Revolución fue destinado responsable de la granja "Elena", de Abreus. Partió con el batallón del comandante Duque. Fue herido en las últimas horas del martes día 18 de abril. Las primeras curas se las hicieron en el central Covadonga. Murió el 3 de mayo en el Hospital Militar de Ciudad Libertad. ¡Cómo no voy a pelear por mi Patria, si Fidel esta allí y es el Primer Ministro —dijo José Ramón cuando le comunicaron que tenía un cargo de responsabilidad y que no debía ir a pelear...



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